Divorcio

Nadie se casa para después separarse.

La cultura genera la necesidad de vivir sus tradiciones, de otra forma no podría sostenerse. El matrimonio se proyecta como el escenario ideal, tal vez lo sea, si las personas que lo fundan tuvieran clara su responsabilidad. El amor es para toda la vida, es una propiedad inalienable de la persona. Las relaciones sentimentales son otra cosa. El vehículo de comunicación es impredecible. Un gesto, una mirada, la entonación y ritmo de las palabras… forman parte del nivel de entendimiento. Lo que no se expresa, no se sabe. La falta de comunicación suele ser un detonante en la salida.

La definición de problema se nutre de expectativas fallidas. El cuento de hadas no alberga continuidad ante los desafíos propios del compromiso. No solo te unes a una persona, entras a formar parte de su universo social y emocional. Ayer eras pareja, ¿qué ha cambiado al ser esposa? Las tareas son diferentes, o al menos eso dicen. La aceptación, si cumples las normas, garantiza la estabilidad, ¿de quién? La educación entra en juego, te han preparado para sostener un imaginario. El ritmo social actualiza constantemente los roles, de ahí su desnivel. Un ejemplo lo hallamos en materia de igualdad. No es lo mismo desear a una mujer para que lave, planche, cuide de tus padres mayores e hijos, que acompañarla en su desarrollo vital. Muchas mujeres y hombres no se casaron para eso.

La figura del rescatador está muy denostada, es una sobrecarga demandar constantemente la interpretación ideal. El adiestramiento forma parte del fracaso. Pensar que vas a cambiar la actitud de tu compañero supone una falta de respeto a su personalidad, nadie quiere esa clase de tortura. El chantaje emocional entra en juego, –no me quieres si no te comportas así, diría cualquier persona que intenta condicionarte. Evidentemente es primordial informar de lo que sientes, pero nunca imponer su criterio por vía civil o penal. Ya lo habrás intentado cientos de veces. Nadie comienza una relación con el deseo de marcharse. Si estás en ese momento recuerda que una despedida a tiempo es mejor que mil lamentos. Ninguna situación es tan mala como para tenerle miedo, ni nadie es tan bueno como para renunciar a lo que más deseas, todo es circunstancial. El fin supone un nuevo comienzo.

Solo dependes de ti para ser feliz.

Juan José González-Albo.

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