¿Educación para qué?

Madurar supone haber comprendido el arte del aprendizaje.

La infancia es un periodo donde se nos recuerda la importancia del aprendizaje. De hecho algunos padres suelen estimular, de manera insistente, la enseñanza con toda clase de actividades. Con la adolescencia aparece un periodo de cierta duda al plantearse el lado útil de la formación. Mucha desmotivación al estudio utiliza esta justificación, aunque el argumento no se sostiene. Detrás de esta reflexión se encuentra una falta de actitud frente al esfuerzo, buscando siempre salidas fáciles basadas en trabajos manuales. Cuando se alcanza cierta edad se termina por reconocer la verdadera razón del abandono académico.

La educación parece ser relegada a una etapa concreta de nuestra vida. Si hemos alcanzado un título académico, o una posición laboral, se despierta cierta apatía hacia la voluntad de seguir trabajándonos. La tradición familiar, junto con el contexto social del que formemos parte, influirán de manera significativa a la hora de poner fin a las tareas que nos instruyen.

Con la llegada de la “madurez” se despierta la sensación del sabio. Solemos opinar de todo aunque no siempre poseemos un conocimiento acertado. Comienzan a surgir cierta clase de problemas que requieren de una reflexión ilustrada, pero como hemos decidido ignorar la preparación se agudizan las situaciones no deseadas.

¿Educación para qué? Si nos atrevemos a reducir la vida en tramos temporales, en unos seremos jóvenes, en otros personas de mediana edad y finalmente mayores. Cada momento requiere de un aprendizaje. Apelar a la experiencia no te faculta para la siguiente situación. Es evidente que tu proceso vital evoluciona generando nuevos interrogantes. Las respuestas apoyadas en el conocimiento suelen tener un mayor grado de eficacia. El orgullo, y el miedo a perder cierto estatus imaginario, suele dificultar una educación prolongada en el tiempo. Abandonarse supone omitir una necesidad fundamental que se proyecta en la falta de realización personal.

Tú decides entre ser un aprendiz o saberlo todo sin entender de nada.

Juan José González-Albo

 

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