El miedo no resuelve ningún enigma

Los hechos tienen un poder transformador.

Una vida ordenada, un salario digno, familia intachable… todo lo que se pueda desear bajo un estricto control. El imprevisto no forma parte de un diccionario confeccionado para el éxito. Todo vale, todo parece tener un precio. Es la secuencia dominante de un contexto social apático.

La lógica establece las reglas en un laberinto sin escape posible. Nacer es el comienzo, se han lanzado los dados. Fenecer supone reiniciar una nueva partida. Dos verdades diferenciadas por el espacio/tiempo, un vínculo anclado en una materia corporal. Los límites de la mente son inescrutables, aunque hay decisiones sin retorno, traspasar la puerta equivocada condicionará tu existencia. El miedo no resuelve ningún enigma.

Alquilarte supone introducir una serie de personas sin invitación. Pagarán tus facturas, tu coche lujoso, tu vida perfecta. ¿Y tú? Estamos tan preocupados en resolver nuestro futuro ideal que olvidamos nuestro presente real. Es cierto, hay personas que viven con muy pocos recursos. Es la consecuencia de malas decisiones, nos dirían.

Recurrir a la conspiración política y económica, como si fueran el “Fantasma de la  Ópera”, supone omitir la responsabilidad cívica. No hay mayor protesta que ser uno mismo. Estar cerca de la familia, amigos de la infancia, los olores del barrio… se ha convertido en un artículo de lujo. Debemos competir, esforzarnos para ser mejores, ¿en qué?

Sigo sin resolver ningún misterio, tal vez la vida no consista en eso.

Juan José González Albo

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